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Arquitectos: Amelia Tavella Architectes
- Área: 2300 m²
- Año: 2023
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Fotografías:Thibaut Dini
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Proveedores: Soprema, Gesso /, Halfen, Oty Light, ROCAMAT, ROCKWOOL, Regent
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El edificio parece sencillo: una arquitectura mineral en terrazas que se extiende principalmente en una sola planta, en la hondonada del valle. Como si surgiera de la tierra y luego desapareciera, arrastrándose como una serpiente, lleva la impronta de la piedra, de sus estratos y de su identidad, que reclama una influencia en los alumnos: saber de dónde venimos y comprender lo que somos. El edificio se convierte en un edificio fósil que habría preexistido y, sin embargo, nunca se habría visto, a juego con el lugar que lo rodea, que parece mirarlo sin verlo: ambos se vigilarán en secreto.
Ejerciendo su profesión como artista, Amelia Tavella no puede disociar el lugar del conocimiento de la belleza. Evocar la belleza es evocar la de un espacio que se ha convertido en un territorio familiar destinado al aprendizaje, pero también es evocar el conjunto que rodea este espacio: el gran paisaje que no debe traicionarse ni olvidarse. Sin apartarse nunca de la moral, la arquitecta construye con una ética poética, porque nunca separamos un edificio de lo que le precede: su origen.
Superposición de dos mesetas, las gradas de la escuela organizan el simbolismo de un aumento de conocimientos y de edad: la escuela infantil se encuentra en la parte inferior, acurrucada en el regazo del valle, mientras que la escuela primaria, dominada por el pueblo, mira al horizonte, el de los campos. La vegetación cubre todos los tejados, rodea el entorno y, a su vez, educa a las almas jóvenes. Constantemente diseñada en conexión con el pueblo que la rodea, la escuela Auguste Benoît funciona como una línea que protege a las casas que se asoman y a la escarpada topografía. Un callejón imita la rue Saint-Pierre, a la que bordea y prolonga. Este intermedio mantiene a distancia el edificio que parece ocultarse y desvanecerse para no romper nunca el horizonte, ni impedir la simple mirada hacia lo que está más lejos que uno mismo.
No hay escapatoria imposible. La mirada circula y la vista es libre. El volumen enterrado no se ve, se contorsiona para ocultarse mejor y seguir las curvas de nivel. Cuando se muestra y se revela, es abriéndose a la ciudad, recreando el vínculo social, misión aún sagrada del conocimiento, gracias a los espacios modulares ofrecidos a los residentes. Considerando la escuela también como un lugar de intercambio dedicado a la comunidad fuera del horario escolar, Amelia Tavella propone ampliar su vocación, en particular haciendo de su sala de motricidad un espacio escénico abierto al vecindario. Se convierte así en un anfiteatro durante la duración de una lectura o un concierto.